miércoles, 13 de octubre de 2010

Susurros de sabiduría

El contacto con la naturaleza tiene más propiedades de las que somos capaces de percibir. En este último encuentro, he podido ver y sentir cosas nuevas que después siguen causando un efecto reparador en todo mi ser.
Y como la naturaleza es sabia, nos enseña a cada paso, con cada detalle, que las cosas están ahí por un motivo, que sus colores tienen un significado y que todo está en orden, no hace falta que vengamos los humanos a tocar nada, simplemente dignémonos a observar y a pasar desaparcebidos.

Poder admirar un lago, su variedad de colores fruto de una mezcla de nubes, cielo, sol, viento y profundidad. Deleitarnos intentando adivinar la gama de colores que compone un paisaje otoñal, tocar la rugosidad de una piña caida del árbol y llenarnos de su aroma a piñones, resina y madera.

Mojarnos con la hierba rociada de un amanecer y dejarnos calentar con esos primeros rayos de luz. Y con la oscuridad, dejar descansar a los habitantes y dueños de ese lugar maravilloso. Con nuestra humildad nos retiraremos sin pronunciar palabra, sin ruido alguno, para descansar también bajo nuestros techos prefabricados.

Todo tiene una importancia dentro del conjunto, todo aporta algo, por eso nada es relativo y todo es absoluto.

Y dentro de toda esa maravilla de saber que se nos transmite sin palabras, existen verdades como rocas, y es que ante las adversidades, si queremos, podemos mantenernos fuertes y en pie, todo es cuestión de querer, de proyectar con nuestra mente lo que queremos conseguir. De esa manera, los problemas, las dificultades, simplemente rozarán nuestra piel, pero pasarán de largo y saldremos airosos.

Y como no, si sentimos amor, amor en cualquier variante, pero amor hacia lo que nos rodea, nos será devuelto y en ración doble, y de esa manera nuestra fuerza no tendrá fin.

Mi ración doble ha llegado, me siento tan fuerte y feliz....




sábado, 11 de septiembre de 2010

En lo más alto....la recompensa

Este año puedo afimar que no han acabado las vacaciones, aún estoy en ellas, aunque los madrugones, la rutina del trabajo, los coches, todo mi alrededor, se empeñe en demostrarme lo contrario.

Estas vacaciones han sido reveladoras en muchos sentidos, se han cumplido frases siempre escuchadas pero no creidas del todo, hasta ahora... Frases como "cuando menos te lo esperes" o "cuanto menos planees mejor" he visto que son ciertas 100%. Y en fin, que desde las segundas vacaciones donde el contacto con la naturaleza ha sido total y de verdad, donde la amistad ha vuelto a recordarme su importancia y su peso, donde el reencuentro conmigo misma ha sido un placer, por fin, por fin puedo decir que me siento plena.

Ya vislumbré en nuestro encuentro que eras fuente de paz, de tranquilidad, de sosiego...Ya adiviné que nunca más querría mirar hacia otro lado que no fuera a donde fueran tus pasos.
Y desde entonces, sigo ahí, en esa imagen adherida a mi mente y a mi corazón, en esa sensación de fin de la búsqueda, en esa sensación de estar elevada de la tierra para poder caminar de ahora en adelante descalza hacia cualquier lugar, hacia el lugar que tú decidas, porque ahora ya no hay otro destino.

Todo me recuerda al bello lago que nace en lo más alto y nos reta a visitarlo poniendo obstáculos por el camino, haciendo el recorrido agotador y con tentaciones a veces de abandonar. Pero la satisfacción de llegar, de conseguir el objetivo fijado sin abandonar ni soltar por el camino pesos de nuestra mochila,  llegar con nuestra esencia a la cumbre, tiene una recompensa grande, la que tenemos ahora...